Si tienes un producto o servicio sólido, pero aún no has despegado de forma contundente, es imperante tener un concepto y diseño de marca adecuado, fácil de recordar, que atienda a las necesidades del consumidor, y que garantice el regreso y permanencia de este.
Además, debes tener en cuenta que tu imagen y los contenidos que deriven de ella deben ser versátiles. Sí: versátiles. Es decir, deben de ajustarse en un sentido técnico a lo que necesites en términos de formatos, espacios y tiempos. Y para esto es fundamental entender cuáles son los principales formatos de imagen digital, con qué se comen y para qué nos sirven.
El entorno empresarial es aguerrido en términos de competencia y permanencia. De acuerdo con el Inegi, de cada 100 negocios del sector Comercio que iniciaron operaciones, después de un año transcurrido solo sobreviven 34, a los cinco años sobreviven 25, y a los 25 años solo nueve.
Entre las principales causas de mortandad de las PyMes se encuentran una errática planeación estratégica y desconocimiento del mercado, que se traducen en una falta de rentabilidad. En este contexto, uno de los pilares fundamentales de éxito de las empresas implica tener un diferenciador que se apoye en el buen diseño del producto o servicio que vamos a ofertar. Esto no garantiza el éxito de nuestro negocio, pero sí nos acerca notablemente a la permanencia, competencia y la consecuente diversificación de oportunidades. Es decir: más clientes y mayores ingresos.
Conoce cuáles son los diferentes formatos de imagen para asegurarte que tus contenidos siempre sean versátiles y adecuados a la plataforma donde los presentarás.
Si bien no entraremos en especificaciones técnicas sumamente complejas, sí debemos dar un panorama general a lo que estamos hablando. Pensemos entonces en una alegoría general: si las imágenes digitales fueran camisas que tuviéramos que guardar en una cajonera, sus formatos representarían las formas de doblarlas para hacerlas caber.
Cada una tiene una forma de mostrar la camisa, de darle forma y de ocupar espacio en nuestra cajonera. A veces esta “forma” de doblarla implica cortarla un poco, a veces comprimirla tanto que se arruga, y otras tantas, cuando la prenda no puede tener ni un doblez, debe de comprarse un clóset nuevo en su totalidad para guardarla.
Es decir: los distintos formatos de digitalización (y veremos los tres principales en este artículo) dependen de cómo es que los pixeles de una imagen se almacenan digitalmente.
Tan sencillo, y tan complejo, como eso. Aquí la historia de los tres formatos principales y sus ventajas y desventajas a la hora de adoptarlos para tus campañas:
El impronunciable nombre del JPG viene, en realidad, de un acrónimo: resulta que es un formato desarrollado por el Joint Photographic Experts Group (JPEG), un comité de eruditos ultraespecializados en las fortunas de la imagen y su calidad.
Lo anterior no sirve de otra cosa más que como una anécdota simpática, pero aquí viene lo interesante: el JPEG comprime las imágenes y sus pixeles en bloques, o mosaicos, mismos que pueden comprimir miles y millones de bits en unas cuantas unidades. De ahí que las imágenes en JPG puedan tener distintos niveles de calidad y tamaño: si muchos pixeles se guardan en un solo bloque, pierden calidad pero pueden almacenarse de forma más sencilla.
Sus ventajas entonces son una enorme compatibilidad con lectores de imagen, plataformas digitales y métodos de distribución como correos electrónicos y memorias externas. No hay nadie que use una computadora que no pueda leer y almacenar JPG, y puedes tener imágenes de mucha calidad sin mucho conflicto (todo depende de la calidad de la imagen).
¿Cuáles son sus desventajas? Si tú estás distribuyendo todo el contenido de tu campaña en JPG, significa que estás 100% convencido de que es la imagen final. Porque no son editables, no pueden separarse por pixeles (esto lo explicaremos mejor en algunas líneas) y cada vez que se salva un JPG nuevo va perdiendo su calidad - porque cada vez estás haciéndole un doblez al doblez original.
Entonces: si no vas a mover tu camisa del cajón, y sabes que cabe perfectamente bien, solamente estará ahí por un rato y pronto la sacarás a relucir en su totalidad - el JPG es lo tuyo.
Porque si la imagen viene ya en mala calidad y la formateas de este modo… No la vas a poder compartir y cada vez se verá peor.
¿Te has preguntado por qué cuando ves un GIF en redes sociales, en términos generales, se ve mal? Casi como si estuvieras viendo un VHS viejo y olvidado, saturado pero descolorido a la vez…
La respuesta es fascinante (si es que eres tan cerebrito como nosotros y te resulta fascinante): resulta que en un GIF solamente caben 8-bits de información, lo que equivale a una paleta de 256 colores. Y puede que un número así no le diga nada a una persona, pero la realidad es que estamos acostumbrados a ver a nuestro alrededor con una paleta de 10 millones de colores. 9,999,644 más que lo que puede ofrecernos un GIF.
Es decir: es una técnica de doblado (siguiendo nuestra analogía) que solamente puede aplicarse para camisas de cierto tamaño, muy pequeño para eso. Y si la camisa es más grande, se recorta - de ahí que la calidad de las imágenes en GIF, en términos de su paleta de color, sea mucho más básica y se vea saturada por algunos tonos que necesitan más sutileza y descolorida para otros más oscuros.
Entonces, ¿para qué queremos usar un formato que apenas incluye todas las paletas de grises y hace que los colores más vivos se pierdan? ¿Qué no buscamos que nuestra campaña sea una impecable, digna de la calidad de nuestro trabajo y productos?
Resulta que el GIF nos regala varios trucos: en primer lugar, es un formato que puede albergar animación, que es como todos lo conocemos. Siempre y cuando sean 256 colores, pueden animarse todos los cuadros que queramos guardar en un espacio pequeño.
En segundo lugar, y aquí hay una diferencia maravillosa con el JPG: no se pierde en calidad cada vez que se guarda o se transfiere. Además, como puede albergar pocos colores, hace manchones de pixeles parecidos, por lo que estos pequeños puntos de color se “difuminan”.
Imagen vía Wikimedia Commons
Esa es la razón por la que los videojuegos de antaño se ven así, por ejemplo: también limitados a 256 colores, debían aglutinar todos los colores parecidos en uno solo, por lo que se presentan esas “plastas” tan características. Esto puede ser una desventaja, pero, si se sabe usar, puede crear un efecto particular y divertido para nuestro contenido.
Si bien no sirven del todo para imágenes sofisticadas y de gran calidad, el GIF también puede ayudarnos a guardar tipografía de forma segura, ligera y bien presentada, cosa que no se puede hacer con el JPG ni con el PNG, como ahora veremos.
Aquí tendremos que pensar de una forma un poco abstracta y nada realista, pero nuestra metáfora inicial sirve todavía para ilustrar la maravilla que son los Portable Network Graphics, o PNGs: imagina que tu camisa puede volverse transparente y enseñarte la camisa que está debajo de ella. Sigue siendo perfectamente utilizable por separado, y si la tiñes de un color podrás ver ese color además de la camisa de abajo, pero sigues teniendo la ventaja de que no te estorba visualmente.
Además, ocupa cierto espacio, pero puedes doblarla como sea porque, a final de cuentas, no estorba a toda la información visual que hay debajo. La puedes doblar toda estirada, hecha bolita, perfectamente cuadrada… No importa.
Esto es lo que hacen las imágenes en PNG: son “transparentes”. Puedes acomodarlas en donde quieras y, siempre que tengan un fondo blanco, funcionarán como una “pantalla verde” ante lo que se encuentra a su alrededor.
Las PNG además gozan de tener un acceso total a todas las paletas de color, no se pierde información cada vez que se guardan y pueden modificarse al gusto si es que se cuenta con Canva listo para editar.
Entonces, si claramente son superiores (salvo por los pequeños videos de bebés bailando que podemos hacer): ¿por qué no se utilizan para todo?
Es un formato que arroja archivos pesados, y no es del todo compatible con equipos y plataformas más viejos. Muchas redes sociales no aceptan subir PNGs a sus servidores, y conviene más utilizarlos como formatos de proceso de trabajo más que de resultado final.
Como podrás observar, decirte cuál es tu mejor opción de forma definitiva es tan complicado como decirte cómo planchar y acomodar tus camisas. Cada uno de los formatos tiene una finalidad y ventajas distintas, y depende también de qué tan familiarizado estás con las herramientas que pueden trabajar con esa imagen.
Canva es una plataforma ideal para cualquiera de tus necesidades, pues además de que esperamos poderte haber ayudado en tu búsqueda por respuestas (como simples sugerencias, que conste), son aplicables además con nuestros productos.
Un buen resumen final sería el siguiente:
Infografía realizada en Canva
¡Suerte y avísanos de tus campañas!
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