Muchos utilizan los términos por igual –y quizá no tiene mucho sentido revertir el tren, pues entre expertos hay opiniones encontradas– pero la realidad es que tipografía y fuente no son lo mismo, y te vas a ver muy profesional si los sabes usar correctamente.
De hecho, ¡haz la prueba! Pregunta a un equipo de profesionistas de marketing y estamos seguros que podrías detectar al diseñador o apasionado del tema si arma polémica o te corrige: “No te confundas: tipografía y fuente no son lo mismo”.
La palabra tipografía proviene del griego “typos”, que significa forma e impresión y “graphia”, que significa escritura.
Se define como el arte y la técnica de organizar tipos para que el lenguaje escrito sea efectivo a la hora de ser impreso. Esta gestión implica seleccionar una fuente, organizar los caracteres y repartir el espacio.
Llamamos tipografía al proceso de definir características y aspecto de un texto, la forma y el diseño de un producto impreso.
La tarea del tipógrafo es buscar que el texto desplegado cumpla con tres características esenciales:
Suena muy obvio pero esto no siempre está en la cabeza de los diseñadores y marketeros: que se pueda leer. Un buen consejo cuando se trabaja en digital es imprimir tu pieza antes de lanzarla, incluso cuando la versión final vaya solamente para web o móvil.
No hay fuente correcta o incorrecta. En algunas culturas, situaciones o lugares puede funcionar algo que en otras ocasiones no. La realidad es que ciertas formas o diseños de letra impresos nos recuerdan algo más, nos comunican algo mas. Por ejemplo, fuentes gruesas comunican solidez; fuentes delgadas, ligereza.
Tiene que ver con el mensaje que comunica. ¿Cómo te apoyas en tus decisiones de fuente para que tu pieza final cuente la historia que deseas?
Originalmente, una fuente era una figura con un tamaño, peso y estilo o tipo de letra. En el uso moderno, fuente, del inglés “font”, es el conjunto de modelos (letras, signos y otras marcas) que representan a cada uno de los caracteres de una letra, con base en un diseño particular.
En la actualidad, las fuentes son archivos con información vectorizada que contienen tamaño, forma, interletraje y otros aspectos de cada tipo de letra. Los más populares son: TrueType (.ttf) y OpenType (.otf). Cada vez es más fácil instalar una fuente nueva y apreciarla en la pantalla de nuestra computadora.
Cada fuente tiene una personalidad: seria o divertida, rígida o versátil, delgada o gruesa. Esta forma de ser de las fuentes también comunica.
Cada archivo de fuente tiene algunas variables. Las tres más comunes son:
Nosotros le atribuimos la confusión a la digitalización y democratización de las fuentes. Gracias Apple y gracias Google. Te explicamos por qué.
En el pasado, la tipografía era una especialidad y una profesión reservada solo para algunos. Los primeros tipógrafos hacían sellos y monedas utilizando troqueles. Hasta entonces, estaba muy claro quién era un tipógrafo y de qué trataba la profesión.
Los tipos movibles y la invención de la imprenta le sumaron un grado de complejidad a la profesión pero en realidad seguía contenida y diferenciada.
Ahora, la tecnología y las computadoras personales han generado una democratización de la tipografía, poniendo la técnica al alcance de muchos diseñadores y no diseñadores. Hay dos momentos clave en esta nueva revolución.
Decimos que esta democratización se debe, en parte, a la computadora personal y a Apple porque cuando se lanza por primera vez la Macintosh en 1984, una de las muchas maneras en que fue revolucionaria fue al permitir que los usuarios eligieran entre algunas pocas fuentes.
Apple crea TrueType en 1991 e incluso lo licenció a Microsoft, que introdujo las fuentes TrueType con Windows 3.1. De pronto, millones de usuarios utilizaban tipos de letra únicos, sofisticados y escalables creados por los mejores diseñadores de fuentes del mundo.
Hasta antes de 2010, hacer un sitio web con fuentes propias era un dolor de espalda. Los programadores tenían que subir un archivo con la familia tipográfica y muchas veces esto significaba tiempos extras de precarga y errores en el resultado final.
Fue hasta 2010 que Google decide lanzar el proyecto Google Fonts, una biblioteca interactiva con más de 800 fuentes con licencia libre para su uso en web, aplicaciones móviles e impresos.
El directorio de Google Fonts busca la exploración y el descubrimiento de fuentes y, en la actualidad, cuenta con más de 17 billones de fuentes. Las más populares son: Open Sans, Roboto, Lato, Slabo 27px, Oswald y Lobster.
La forma más común para diferenciar las fuentes es la siguiente: “sans serif”, en español generalmente traducido como palo seco o sin remates y “serif”, que tiene remate o serifa.
Las fuentes más comunes sans serif son Arial, Tahoma, Century Gothic y Helvetica. Mientras que las serif más usadas son Georgia, Courier y Times New Roman que, por mucho tiempo, fue predeterminada en Microsoft Word.
Algunos de los conceptos relacionados con la letra que vale la pena entender, de izquierda a derecha:
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